Las esculturas más destacadas del Imperio Bizantino son los trabajos
ornamentales de los capitels. Eran
habituales los relieves en marfil empleados en cofres, dípticos o la
célebre Cátedra del obispo Maximiliano, una obra tallada. Es característico del arte otoniano las pequeñas
esculturas en marfil y bronce a las que se añadían incrustaciones de piedras
preciosas. Destacaban también las imágenes de madera recubiertas de oro que se utilizaban como relicario.
Díptico de marfil bizantino.
Retablo de los Sastres.
La escultura románica (siglo XI-siglo XIII) estaba al
servicio de la arquitectura y
se encuentran muchos trabajos en torno a las grandes rutas de peregrinaje, como la del Camino de Santiago. Los
escultores trataban diversas partes de las iglesias (tímpanos,
portadas y capitels), con un
gran realismo. El material más empleado fue la madera, que era usada para
la elaboración de imágenes de devoción como las «Vírgenes con Niño», muy
representadas por toda Cataluña y por el sur de Francia.
Escultura románica.
La puerta de la Catedral de Chartres (1145) es uno de los primeros ejemplos de
escultura gótica, y en ella podemos encontrar animales fabulosos que dan forma
a las gárgolas. En la Catedral de Bamberg (siglo
XIII) se encuentran unas esculturas muy significativas. Una primicia son las
esculturas sobre temas dramáticos, con escenas de la Pasión de Cristo y la Piedad. Al final del
período gótico,
en Alemania se realizaron unos
magníficos retablos, ejecutados por artistas como Tilman Riemenschneider y Veit Stoss.
Otros artistas que destacaron fueron: Gil de Siloé y Alejo de Vahía (en el
reino de Castilla), Aloi de Montbrai y Pere Moragues (en el reino de Aragón),
Pere Joan, Claus Sluter (artista flamenco), Nicola Pisano y su hijo Giovanni
Pisano (en Italia, Pisa y Siena).
Escultura gótica.
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