Del arte fenicio o púnico se conservan muchas estatuas
(la mayoría femeninas), bustos de barro cocido,
amuletos de marfil y de metal que se descubrieron en las necrópolis de Ibiza y
Formentera.
Las obras más antiguas se calculan que son del siglo
VIII a. C. y su fabricación continuó hasta muy avanzada la dominación romana. De
la escultura ibera las obras que se han encontrado son de piedra y bronce, y
proceden del sur, del centro y del levante de la Península Ibérica.
Dama de Elche.
La estatuaria arcaica fue principalmente religiosa y
poco realista, los templos se decoraban con imágenes de dioses, de sus hazañas
y batallas. Las korai y
los kouroi no
son retratos de personas concretas, se les ponía una sonrisa ficticia conocida
en el mundo del arte como “sonrisa arcaica”.
La escultura griega obtuvo un elevado grado de
perfección en la búsqueda por conseguir una mejor expresión de la belleza
humana, llegando a establecer un canon con unas proporciones y medidas
consideradas perfectas. Uno de los artistas más significativo del período
clásico fue Praxíteles, autor
del Hermes con Dioniso niño . Durante el período helénico se observa que en
las esculturas hay una clara intención de intensificar el movimiento y acentuar
las emociones.
Laocoonte y sus hijos.
La escultura etrusca (siglo IX a. C.-siglo I a. C.)
derivaba del arte griego pero con unas características propias. Posteriormente,
la escultura romana recibió la influencia de la etrusca y de la griega, y los
artistas romanos llegaron a realizar numerosas copias de obras griegas. Cabe
destacar las esculturas conmemorativas, donde se narran varias batallas en una
espiral continua que ocupa toda la superficie de la columna; la estatuaria vinculada
a los contextos fúnebres, donde el material más utilizado era la terracota; y
los retratos, obras realistas de carácter psicológico que se realizaron en todo
el Imperio Romano.
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